Y se paró el reloj…
Al segundo preciso para cruzar una mirada.
El minuto inesperado, para que tu voz me pintara una sonata.
Marcada la hora, inoportuna, me hizo recordar cuanto te anhelaba.
Minuteros de oro en tus ojos, segunderos de cristal en tus palabras.
Infinito el eco de las manecillas de tu ser, ahí donde el tiempo se reinicia.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.