Mariano López (7 años). 'Dibujo'. 2020. Dibujo collage sobre papel.

Empecé a leer la saga de Harry Potter cuando era un niño —el año en que salió— y la terminé en la adolescencia, en el último año de secundaria. Como muchos, soy de una generación que creció y fue cambiando al mismo tiempo que los magos que ingresaron al colegio Hogwarts de magia y hechicería en la generación de Harry Potter.  Para los once, yo ya había descartado la existencia de Santa Claus, pero todavía alberga en mí la esperanza de que Hagrid llegara a mi casa con mi carta de ingreso y me librara de ser un simple muggle.

Hoy un niño o un adolescente puede terminar la saga en un año. Nosotros en aquel entonces teníamos que esperar a que llegaran los siguientes libros a México para saber en que continuaba la historia, ese desconocimiento y esa ansiedad por la llegada de lo nuevo nos hizo fans, la generación Harry Potter.

La fiebre aumentó todavía más y para peor con las películas que comenzaron a salir antes de los últimos libros. Recuerdo un primero esbozo de pedantería intelectual al restregarles a mis amigos, que no habían leído los libros, todo lo que no había salido en la película.  Y sin embargo la cinematografía acabó por transformar el recuerdo, hoy ya no puedo recordar quién fue la Hermione que imaginé en los libros porque la ha suplantado Emma Watson.

¿Se convertirá con el tiempo Harry Potter en un clásico? Las superproducciones cinematográficas son malas, es cierto, pero no podemos juzgar al Quijote por sus horribles películas y obras de teatro. Me gusta la definición de clásico como algo de lo que todo mundo habla sin haberlo leído; solamente si con el tiempo el libro de J. K Rowling se queda en el imaginario colectivo entonces podremos hablar de que pasó la prueba. La calidad literaria es necesaria para eso, sin nuevos lectores que lo renueven el libro se pierde en el tiempo y el gran éxito que tuvo habría sido pura moda.

Los libros para niños pueden ser clásicos, eso que ni que, sólo mentes libres de 10 años o Karl Marx pueden entender la valía de Robinson Crusoe. La literatura infantil tiene que ser sencilla y confiar en las mentes poco estructuradas —corrompidas— de los niños que, si no han sido lo suficientemente educados por los adultos, tienen un mejor sentido de la verdad que ellos por no dividir la realidad en compartimentos rígidos.  Para el adulto moral existen siempre cientos de reglas que se contradicen unas con otras, siempre hay algo que justifica ir en contra de eso en lo que siempre has creído, muy al estilo de los abogados que crean resquicios en la ley para defender criminales. En cambio, el niño no divide nada, es capaz de identificar el bien y el mal, pero sobre todo de verlos juntos, conviviendo. Esto lo hace cualquier clásico, sea o no para niños, complejiza simplificando.

Muchos piensan la relación Harry-Voldemort como una que se ha repetido en muchas otras historias, como el Señor de los Anillos o Star Wars, el hecho de que el héroe es en el fondo el villano. No lo pienso así, en la saga el mal y el bien no se centran en las personas sino en los bandos, y desde un primer momento Harry decide quedarse en el de los buenos, primero con el rechazo a Malfoy y luego con el ruego al sombrero seleccionador para que no lo mande a Slytherin, Harry es quien decide quedarse con Gryffindor. La relación con Voldemort es poderosa, pero es gracias a un evento ¿Existiría sin la muerte de Lili? Lo que hace a Potter no tan distinguible de un villano son sus flaquezas humanas, es arrogante, flojo, desleal, no es un ángel que solamente puede cambiar para transformarse en diablo; el héroe es por momentos nefasto, así como seguramente Tom Marvolo Riddley era sereno, estudioso, educado. No podemos decir que la historia no es la de una épica, pero tampoco que en grandes lapsos no sea la de un colegio cualquiera, jugando al Quidditch, librando clases, fracasando en el amor se va bosquejando un Potter con virtudes y defectos ¿Por qué él es el elegido? ¿Qué le da derecho a matar a Voldemort? ¿Por qué tiene que ser él quien lo mate? Su relación es solamente la de dos sujetos unidos a un evento y destinados a tener otro, eso es lo que atormenta a Harry, lo que le hace hablar Pársel.

Al final la línea tajante entre héroes y villanos no existe, el padre de Harry Potter es una persona cruel y Snape un gran ser humano, aunque ambos estén en el mismo bando.

Con mitos escolares, mitos de personalidad —según los cumpleaños a los personajes les corresponde personalidades del zodiaco— y mitos de los clásicos, dragones, por ejemplo, en esta saga lo normal se vuelve fantástico y viceversa. Lo épico siempre está latente, la magia está en lo cotidiano.

La madre que escribía en servilletas para sus hijos deseaba mostrarles el mundo sin engaños, despojarlo de lo absurdo con sencillez, pero sin volverlo maniqueo. No sé si se convertirá está historia en clásico, pero lo deseo. Poco recuerdo ya de los libros, pero sé que cuando mi madre comenzó a leérmelos para acercarme a la literatura, el mundo no me era tan incomprensible, esa voz me sacaba de la realidad para llevarme a lo cierto.

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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