Ilustración por Victoruler, de Noun Project. s/f.

Como el mecer de aquellas ramas,
como la danza de este humo,
como la tranquilidad que se respira
en una mañana cualquiera.
Eres brisa matutina,
elemental para lo más sencillo,
como las sonrisas que nacen
al asomarme por la ventana.
Creo que lo que intento decir,
entre tantos sinsentidos, es: te extraño.

Aprovechando el inexistente anonimato, estoy seguro de no haberlo comentado anteriormente, pero desde la primera vez que escribí pensando en usted, el resultado me llevó a un estado de beatitud sin precedentes. La satisfacción fue tal que, los pálpitos en mi pecho y la sinapsis de mis neuronas, parecían exigir no detenerme. Me sentí pleno, cómo nunca antes, aun sabiendo la alta probabilidad de nula correspondencia entre nosotros. 

Estoy consciente de que mis escritos podrían interpretarse fácilmente como: verborrea pura, o labia barata; maquiavélicas tretas con el objetivo de mentirle, marearla, endulzarle el oído, etcétera. Aún con esa premisa, me atrevo a confesar que realmente no espero lograr nada a raíz de estas palabras. De hecho, podría decirle lo agradecido que estoy con la casualidad, porque pude coincidir con usted, y a partir de este hecho, no espero nada de nada, conocerla ha sido más que suficiente. Pero, no quiero mentirle, pues honestamente me mantengo a la expectativa de muchas cosas, una de ellas es que conversemos durante horas mientras estrecha mis manos.

Si me pidiera usted una razón, por la cual escribo esto, mientras ronda incesantemente por mi cabeza, le fallaría. Porque no tengo ninguna. O tal vez, tengo tantas razones que, a la hora de la verdad todas sobran. Pero, de lo que sí estoy convencido es que el hecho de preferir insomnios pensándola, a dormir y poder tenerla frente a mí en sueños, debe explicar demasiado.

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