Te pienso de noche entre cobijas de cielo,
codeándote con las musas raras del día,
mientras, cubierta de rosas, secas tu pelo
y, disuelta en palabras, te haces poesía.
El clamor de las nubes se postra suave
arropado de armas, audiolibros de cuentos
ante tu piel que se eriza con el cantar de las aves
que, cálidamente, enamoran a cientos.
Tu mirada pasional se camufla de prosa,
la sonrisa dulce entre un océano de fiebre;
tu cuerpo entero cae, como gota, y lento se posa
para matar al paisaje que de celos se muere.
Te pienso de día mientras se aproxima la guerra,
atada a un tallo duro que con pausas florece,
como un tesoro que se guarda bajo la fértil tierra
y, rodeada de espejos, a su majestad embellece.
Te pienso en la noche, querida, bordeada de olas,
muero por tus pedazos rojos y tú actuar vil y crudo
que, siendo tan natural, seduce gigantes
y, hecho poesía, corona tu cuerpo bello desnudo.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.