Gerardo Buendía.
Sin título. 2024. Fotografía digital.

Incierto, eso es lo que los demás me dicen al momento de servir la primera.

Exhaustos, me dirigen con palabras hacia una dirección que no conozco, forzoso de mi persona, convierto los pesares en ahogados celestiales.

Sigo avivando la plática de cómo sigo probando un elixir que sólo me contrae mareos y requisitos indispensables; seguir llevando la contraria.

Al momento de requerir la bebida bendita, mi juzgar está de vuelta, no puedo denegar el malestar de mis progenitores.

Increíble cómo puedo llevar horas tocando fondo con otros, mañana será un día de respuestas y ahora mismo, necesito respirar lo contaminante del etanol.

Lo pulcro que suelo ser me sorprende, ni siquiera entiendo a veces los fragmentos que expulso de mi alma, que irónicamente al recordar, me sonrojo y sólo deseo el ser sepultado.

No sé cuándo parare, supongo que las campanadas sonarán en la ciudad, mientras mi crucifixión será a medio día cuando no entienda ni en donde estoy.

 

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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