Ikeoner. 'Coqueteo neurótico', 2020. Collage/Animación.

Estás en control, nada te sobreviene, sientes que llevas las riendas de cada situación que se te presenta como novedad… En tu discurso, una poderosa sensación de omnipotencia, te crees dueña de unas palabras que sólo te sirven como closet donde esconderte. Te vas dejando llevar por la línea lógica que te propone el otro y crees que vas descubriendo lo que crees: que él no sabe de sí mismo; miras a través de la persiana de madera; todo es un espejismo, ambos están jugando: tu juegas a tener el control, una inmersión en la nebulosa de otro, y él, inteligente, te deja anzuelos falsos, te propone conversaciones que parecen descubrirse en lugares inhóspitos de su inconsciente; pero no te das cuenta, no podrías nunca oler que sólo has estado en control del discurso que él te entrega a propósito: te regala una línea de tiempo adrede, organizada para que te deslices hacia su propuesta; no te das cuenta que en cada palabra se esconde otra, que esconde otra, que esconde…

Una filigrana de significantes, una tormenta de signos puestos a su antojo, envueltos en pétalos de rosa con espinas dentro. Él te advierte de sus malas maneras y luego se deja descubrir vulnerable; piensas que sólo habla de esa manera para aparentar amenaza, te propone juegos de lógica, palabras incorrectas, incompletas.

Tú le haces mil preguntas y él sin chistar, aunque tartamudo, las contesta. Él sólo te hace un par en el momento en que menos te lo esperas, y sin darte cuenta, dices más quedándote callada, y él te escucha. Él escucha tu silencio, se da cuenta de tu juego, se logra pillar tu manía de control, tus defensas altas, murallas con torres de vigilancia donde te sientes segura, iluminas con tu afán de control, te olvidas de la puerta de atrás, te contentas con saber lo que se te viene de frente; la retaguardia es un Dóberman viejo que ya no ladra; un niño chiquito que se ha quedado solo en casa y le teme a la oscuridad, un eco de piano que ya no se oye, pero lo escuchas en las noches.

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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