La luna rosa nos puso azulesy la noche pasó lentohasta que ya no tanto.
Tuvimos tiempo de mirarnossin vernos y de sentirnospero sin tocarnos.
Imaginamos tropecientasversiones de un «nosotros»y nos frenamos entreel «podría» y el «hubiera».
Ahora duermo desnudacon los miedos destapados.
Tú con las ganas de vivirme,bajo la almohaday el silencio provocando dudasque, ojalá, algún día contestaremos.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.