Gerardo Buendía.
Sin título. 2024. Fotografía digital.

En días como estos creo que la vida es injusta porque me doy cuenta que se ha olvidado de abrigar a quienes tienen frío, tanto que esconde el alimento a aquellos que lo han trabajado y lo desean, que separa aquello que ha nacido unido, y porque dilata el tiempo cuando la soledad se lo pide. También creo que es irónico cruzar nuestros caminos cuando ambos ya se han construido en las tierras de la distancia y el olvido; ¿no crees que es absurdo? ¿Por qué encontrar a quienes no se han buscado?

La noche del lunes no supe si desperté de haberte soñado o es que nunca me dormí; comencé a recordar aquello que te gustaba: las canciones viejas, el café frío, los girasoles, y mi yo de hace unos años. Empecé a hablar de ti como si fuera el Dios que te creó, expliqué que tus ojos se iluminaban cuando el frío llegaba, cómo es que tus uñas comunicaban la ansiedad que tus labios callaban; pensando en estos, los dibujé entre deseos y con tintes de anhelo, el olor de tu cabello apareció y de pronto tus manos ya se juntaban con las mías. También leí tus cartas donde me jurabas amor eterno y fue curioso, porque en ese momento fue que te busqué entre las sábanas, encontré el deseo, pero no tu cuerpo. Lo irónico de esto es que logro recordar cuando te fuiste, pero no el día en que decidí soltarte. Eras vida y muerte en el mismo beso, primavera en cualquier abrazo, consuelo en la adversidad, luz cálida en la oscuridad eterna, y pasión viva en todos nuestros suspiros. 

Si tuviera un poco más de valor te escribiría, te preguntaría cómo has estado, si tus mascotas te siguen acompañando y si tus padres me siguen queriendo. Te hablaría de cómo es que conseguí aquello que de jóvenes soñábamos juntos, que ahora mis inseguridades me sonríen frente al espejo, que platico con mis miedos que antes dejaba escondidos, que ahora escribo sin llorar y que también aprendí a amar. Creo que te daría gusto saber que no soy mucho de lo que conociste cuando estabas conmigo. 

¿Ahora entiendes por qué digo que la vida es injusta? Me hace creer que nos ha vuelto a cruzar, cuando verdaderamente soy yo quien te busca en la casualidad; deseo poder volver a escuchar tu risa y mirar tus atardeceres, volver a besar tus lunares, y revisitar la eternidad que tanto tiempo lleva esperándonos. Creo que la vida es irónica porque encadena a un amante al olvido de otro.

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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