Me diste un beso,
uno del que no escribí
hasta ahora.
Porque fue de esos
que recuerda uno a cada hora.
Me diste un beso.
Y sentí que me besabas
no solo por hoy
sino por todos los mañanas.
Me besaste con sutileza.
Como susurrándome al odio.
Como acariciándome los labios.
Como pensando en el olvido.
Me diste muchos besos
en mis mejillas y mi cuello.
Como si fuera más que solo eso:
dos desconocidos en un beso.
Me besaste.
Nos besamos.
Fuimos beso.
Beso que tuvo miedo
de ser descarado,
de ser atrevido,
o de ser «solo eso».
Nada más simple
que un par de besos
para volver a la mente.
Una cadena de sueños.
Sueños cotidianos
donde estamos bailando,
mirando una peli abrazaditos.
O donde estamos cocinando.
Sólo bastan de un par de besos
para llenarme de ganas
de pasar mis domingos con vos
acurrucados en la cama.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.