Eloísa García.
Libre. 2020. Fotografía digital.

Cuando llega el fin del día
suena un jazz que improvisa
cientos de acordes que riman
con mis delirios de escriba.

Una onírica estampida
de equinos y felinas
que al unísono palpitan
bombos de una melodía:

Como la oruga y su pipa,
fumo el alma de la vida.
Como un rezo en la mezquita,
elevo mi eco hacia la cima.

Bebo licor de frenesí
sobre mi sombra de arlequín:
Do, re, mi sobre el atril
y entro a mi cicatriz:

Soy el vuelo del colibrí,
viajo en su onírico matiz;
un mantra como camino
y el vacío como destino.

Bailan las notas mezquinas
al son de esta algarabía.
Trompetas en las esquinas
vomitan mares de avispas.

Bataholas encendidas
viajan dentro de mi espina
y espermas de caos y dicha
cuentan mi cosmogonía:

Cuando llega el fin del día
suena un jazz que improvisa
cientos de acordes que riman
con mis delirios de escriba.

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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