Sigo despertándome cada mañana viendo al techo de mi habitación con esta presión en el pecho, pero aún con un aliento optimista.

Sin duda, estos meses han sido una montaña rusa de emociones y no dudo que para ti también. ¿Así se siente el comienzo de un apocalipsis?

Recuerdo hace tiempo mis ganas de llenar este cuerpo de vivencias, de sumergirlo en el lago de los viajes no hechos; las obras no vistas; los besos no dados; los corazones no rotos; los sueños no cumplidos; los recuerdos inexistentes.

Entonces, ¿cuándo empezó todo esto? ¿Cuándo empezaron a llegar los días de empezar a no sentir nada y a sentirlo todo? ¿Desde que dejé de ver a aquellos que me hacían la vida más ligera? ¿Desde que me invadió la incertidumbre de qué rumbo debía tomar mi vida? ¿Desde qué te fuiste?

Estoy en una constante búsqueda de salvavidas y refugios que se limitan a estas cuatro paredes que me rodean, y qué difícil es lograr sentirte en paz en medio del caos, pero me sorprenden aún más los descubrimientos que hallé aun estando encerrada.

No sé cuándo empezó todo esto, tampoco sé si son sentimientos que sólo estaban enterrados y ahora demandan sentirse.

Quizás necesito esta versión de mí misma para hallar ciertas cosas. De lograr esta metamorfosis que parece interrumpida constantemente y, sin embargo, siempre halla la forma de seguir con su proceso.