Tus ojos, inspiración inagotable, divinidad creada para mi deleite.
¡Cuántos poemas podría escribir dedicados a tus ojos!
Brillo incandescente que se extiende por mi sangre.
Quebrantas mi postura y saltas de rama en rama hasta llegar al vacío donde te necesito.
Guardo silencio en tus pupilas, me resisto a morir en ellas, aunque hace tiempo que me
has invadido.
Es inevitable, esos ojos son el negro que contamina mis pasos, el veneno que bebería con placer. Tus ojos mi alma.
Mi alma tus ojos.
Tú y tus ojos.
Constante vaivén de sonrisas dedicadas a ellos, lunas menguantes, lunas llenas, cielo oscuro, negrura espesa y tus ojos.
Me revuelvo, me ensucio en el negro de tu mirada, con amor me restriego entre tus iris.
Quiero la profundidad, permanecer en la concavidad oscura, acunarme, abrigarme.
Déjame allí, sostenme sin pesadez, humedece mi hambre con el brillo de esos ojos sombríos y contempla mi muerte entre tus destellos negros.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.