2023-192

Gerardo Buendía.
En la sala de espera. 2022. Fotografía digital.

Lágrimas de oro caen por mis mejillas 
rodando por hasta el fin de mi rostro 
y golpeando el rojo suelo. 
Tus brazos ya no pueden sostenerme.
Tu calor ya no puede abrazarme.
Tu aliento ya no puede contenerme.
Tus palabras ya no hacen eco en mí. 

Las estrellas se apenan de no haber estado presente en aquel momento
donde todo se terminó. 
La luna nos observó mientras se dejaba ver tan solo un poco.
El sol nos despidió cuando ya se estaba marchando.
La suave brisa se convirtió en un tornado 
El canto de los ruiseñores en una canción de cuna terrorífica.
El latir de ambos corazones se convirtió en tan solo uno. 

El dolor y la agonía dejó paso a un descansar eterno para uno,
y una muerte en vida para el otro. 
Los colores perdieron su gradiente 
y el mundo se tornó gris.
Tu calidez se perdió. 
Y las promesas eternas fueron efímeras. 

Las flechas dolieron como el peor dolor jamás conocido.
Aunque no tanto como para hacerme la idea 
de no ver tur tiernos orbes nunca más. 
Tus palabras.
Tus caricias.
Tus consejos.
Tus anhelos.
Tu pasado.
Presente.
Y mi futuro.
Fui egoísta por querer llevármelo todo. 

Mis ojos lloran oro 
los tuyos, sangre 
y venganza, 
y odio, 
y decepciones. 

En ambos, un final,
no uno feliz 
ni uno triste. 
Tampoco un final dramático.
Tan sólo fue
un final.

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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