Carolina Navarrete.
Sin título. 2018. Fotografía digital.

No soy más que una adolescente. Jamás me preocupo por seguir las reglas o encajar en la sociedad; me siento tonta, fea y realmente necesito un hombro en el cual llorar. Los demás piensan que soy fuerte, pero es porque no pueden ver bajo la máscara. Mi padre solía decir que la adolescencia serían los años dorados de mi vida, creo que debe de estar riendo ahora mismo. 

Con el paso de los años aprendí que la confianza en los demás es signo de debilidad, que aquellos que te lastiman sufrirán un destino peor que la muerte y que aquel complejo de superioridad no es más que una verdad que los demás intentan ocultar para así apagar tu potencial. Jamás me consideré una líder para absolutamente nada, no tenía amigos en la escuela y solía esconderme tras historias fantásticas plasmadas en hojas amarillentas. Jamás fui buena en gimnasia o educación física, las personas a mi alrededor creían que mi amabilidad era signo de debilidad, el cordero frente al león. Fue curioso darme cuenta que siempre fui el león; y ahora que tenía frente mío a las ovejas me daría un festín.  

El poder no es conquista, sino lealtad y al final lo más pequeño y cotidiano se convierte en esperanza, dale un nombre y date cuenta de cómo sobrevive en un mundo que no hace más que derrumbarse. El mundo está muriendo y creo que deberíamos dejarlo, porque al final los héroes se convierten en cuentos que calman a los niños por las noches. Porque nunca cambias de guerra, sólo de enemigo. Jamás sabrás si la diferencia fue grande o pequeña, o si el sacrificio fue en realidad valioso o se convirtió en una pérdida de tiempo. Pero, en aquel momento fue lo que me pareció correcto. Porque la guerra es como un callejón; es sucio y oscuro, tal vez encontrarás un cadáver o dos, pero es necesario seguir si quieres llegar a tu destino. 

Porque la muerte fue un sueño y la vida mi pesadilla, porque la mayoría dudaba de mis habilidades, pero confiaban en mi furia. Y fue así que todo terminé, hoy al frente de la horda bañada en su sangre camino directo al acantilado desviando a los zombis del pueblo en donde la gente espera el regreso de un líder que caería en batalla. 

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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