No me molesta hablar de ti, de lo que fuimos, de lo mucho que reímos y de lo cabrón que la pasábamos cuando me preguntan cómo fue que llegué a la Ciudad y porqué dejé un paraíso tropical. Disfruto un chingo caminar de noche y fumarme un cigarro mientras escucho las canciones que nunca te gustaron. Suelo hablar de cicatrices, de ciclos, de tatuajes, de tus piernas blancas en tacones y vestidos de flores. Desde que te fuiste, aprendí a caminar por otras colonias, a pedir café en otras delegaciones y a sonreír, aunque me esté llevando la chingada. A veces llego a la cantina y pido una cerveza, otras noches compro una caguama y me subo a la azotea a ver los autos pasar. Me divierte pensar que en uno de ellos vas a estar cantando y gritando de felicidad. Estoy tratando de crecer y no quiero voltear, estoy haciendo un barco para navegar por la ciudad. Por amor, nadie se va a matar.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.