[1]
Camino por las vías, mi pensamiento profuso es quién limita mis impulsos, la segregación indulto de mi realidad, y yo, un trotamundos que por naturaleza no encuentra su lugar.
Voy pisando los fríos fierros ignorando todo ruido que me pueda despertar. ¿Algo buscaré? No lo sé. Alcanzar eso que desconozco es como buscar la lúnula de día, algo imposible que habrá de consumirme. Escucho como saltan los estruendos en mis oídos, deseo ignorarlos y esperar el golpe de algo fatal. Veo el tren y los ruidos continúan; nada lo detendrá, al igual que mis pasos todo continuará, más mi conciencia desaparecerá, y con ella todo lo que habría podido ser se consumará.
Sensaciones del recuerdo,
creaciones del no eterno,
libertario en pensamiento
preso del sufrimiento.
[2]
Eres absoluto, ubicarte es situarnos en pleno sentimiento etéreo; tu toda probabilidad es un enclave en pensamientos de entidades tan limitadas como nosotros.
Altísimo, deja ya de una vez tentarnos el paraíso y maldecir nuestros pasos; olvídate que la culpa es nuestra. Somos pesar de nuestra propia conciencia.
Hablar de ti es absurdo, nuestros valores son nulos, aunque tu aparición sea parte de nuestra naturaleza. ¿A quién hablamos? Nuestros sentidos quiméricos e irreales sólo sirven para cortar las cabezas de la Hidra, una sumando a otra cuanto más nos cuestionemos. Odio hablar de ti, ignorante y prevalente termino percibiéndome en el mismo pensar, es un no acabar, basta ya que adorando lo utópico vuelves cual pesar.
Absolutista sin reflejos.
Débil ante tus lamentos.
Culparse ya.
Que escapándote no perderás los pensamientos.
[3]
¿Hasta qué punto levantaré mis manos?
La gracia de vivir es una deuda por esperar.
Olvidar resulta imposible, es nuestro pesar.
Ha bastado ya.
Mis manos juntas, una con otra, han recibido el agua de la caída,
un último sorbo ha demostrado mi partida.
Manos caídas, yo no quería,
pero al final el cansancio es quien más podía.
¿Hasta este punto me ha llevado la vida?
[4]
Mil deseos en mil aspectos vi.
Como olvidarlos, fueron en frenesí.
Mil paseos y a ninguno fui,
al parecer ha bastado ya para mí.
Nunca he pedido nada de ti y ahora por fin lo puedo decir:
al parecer yo nunca viví.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.