Frío río,
ruge limpio
y nunca vuelve
a ser el mismo.
Rompe claro
entre mis manos,
bautizando y encontrando
todos los caminos
que recitan versos escondidos,
construyendo su tiempo,
creando y dañando nidos.
Frío río,
nunca el mismo
en el valle
de lo extinto.
Posando su cabellera
siempre al borde
del abismo.
Cuando el hado se revele
y el barco alce sus velas,
siempre el río,
siempre limpio,
va a estar
abriendo el camino.
Y se calmó.
Se hizo dios.
Y marchitó
todo el rencor.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.