Uriel Ramos.
Cámara escondida. 2021. Fotografía digital.

Hola, #”$&%! 

Estábamos en este mundo, el mismo en el que estamos todos. Tú aquí y yo allá, separados por toda una vida, no importaba la distancia, porque quizá pudimos haber estado en el mismo edificio, en la misma habitación, incluso a dos centímetros de distancia. De cualquier forma, no nos hubiéramos visto.

La vida te puso ahí, ¿por cuántos años?, ¿cuántas veces te vi sin notarlo?, ¿cuánto tiempo desperdiciado? Y entonces esa tarde te conocí.

Te conocí cuando yo era más inseguridades que persona, cuando el miedo me gobernaba, y no podía ni imaginar hablar con alguien como tú. ¿Quién era yo junto a ti? Estaba segura de que podías conseguir a la chica que quisieras, y yo no era la más bonita ni la más inteligente ni si quiera la de «mejores sentimientos». Aún no sé cómo llamé tu atención, ¿por qué seguiste cerca esos pocos meses antes de desaparecer?

Te debo agradecer porque, aunque no lo supieras, me hiciste ser más valiente, me diste confianza y me empujaste a ser diferente. 

Finalmente, desapareciste, no supe de ti ni de tu familia. No me debías explicaciones porque nuestra relación no pasó de amistad. Era cierto que en el fondo yo te quería, pero, bueno, realmente nunca creí que un chico como tú se fijara en alguien como yo. Al irte sólo acepté una realidad que ya temía.  

Pasaron tres años, tres años en los que conocí a más personas, cambié, viví, y me armé de valor. Me sentía libre, capaz, y lo suficientemente buena para hacer lo que quisiera. Te había olvidado, convertido en el recuerdo de gratitud y renacimiento que me diste.  

Y entonces, vuelves. Apareces en el mapa, las manos me tiemblan, las piernas apenas me sostienen, tengo el celular en la oreja y no puedo creer que es tu voz. Eras tú, el pasado llamando. Nadie más. Me hablaste como antes; dices dos, tres cosas, y al final me pides que nos veamos.  

Llega el día, estás ahí sentado, te ves exactamente como en mi recuerdo. Hablamos. Como si el tiempo no hubiera pasado, descubro en tus palabras y gestos el refugio que quería años atrás. Me explicas sobre tu huida y entiendo que ya no perteneces aquí. Debes irte.  

Aquí estoy de nuevo, triste porque te has ido, porque parece que acabo de despertar de uno de esos sueños, porque no tengo ni siquiera evidencia de que estuviste aquí. Pero, al mismo tiempo, no me importa. El destino nos ha unido tantas veces, ¿qué significará? Si el universo conspira a mi favor, si las estrellas se alinean, ¿qué más da? No subestimar el futuro es lo mejor que puedo hacer. 

No te estaré esperando, pero debes estar seguro de que cuando vuelvas, me iré contigo, sin importar nada, ni nadie. 

Adiós, #”$&%! Hasta que nos volvamos a encontrar.

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

Suscríbete

NEWSLTTER