Gerardo Buendía.
Sin título. 2022. Fotografía digital.

Leo en el paso de los años el cariño que voy sintiendo. Uno no pensaría que las relaciones cambian tanto. No de esta forma. Me regreso unos años gracias a la tecnología, en una cápsula de tiempo que compartimos, encuentro recuerdos de lo que fuimos, no somos los mismos, crecimos.  

Después de leer esa primera felicitación de cumpleaños, el primero que compartimos, me impacta notar lo poco que te conocía, la casi indiferencia en mis palabras que son tan vacías, repetitivas y simplemente genéricas.  

Brinco un año en el tiempo, y descubro una felicitación que ya no es genérica, hay detalles, frases que demuestran que te conozco, al menos lo mismo que te conocen tus amigos. Te he agarrado cariño porque me dediqué a escribirte una felicitación más personal, quizá con información muy externa, la que dejas que todos a tu alrededor vean, pero se nota la cercanía, más que un año atrás. 

Y finalmente este año, este año escribí mi felicitación sin saber cómo eran las del pasado. Escribí con todo el cariño que te tengo, del amor que siento por ti. Esta ocasión las palabras incluyen mensajes secretos, que sólo tú y yo sabemos. Mientras la hacía no pensaba en los últimos años, no, pensaba en las últimas semanas, en lo bien que te conozco y lo bien que me conoces.  

Viendo el paso del tiempo en mis letras pienso en: ¿cómo una persona puede convertirse en alguien tan especial de un momento a otro?, ¿cuándo una conexión va más allá de información genérica y felicitaciones vacías?, ¿cuándo decides abrir tu corazón para dejar entrar a una persona?, ¿qué fue eso que cambió todo? O será que sólo es el tiempo.  

No sé cómo fue, pero ahora aquí estás, pasaste de ser un amigo genérico a la razón de una de mis sonrisas, la razón de una de mis lágrimas, la razón de uno de mis sueños, a una razón de mi vida, y por eso te deseo un feliz cumpleaños.

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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