Apolonio Capdevila. 'Sin titulo'. 2019. Fotografía digital.

Ya me es costumbre, no hay lugar al que no llegue tarde. Trato con todas las soluciones posibles para evitarlo, pero no puedo. Ejemplos hay muchos, nombrando uno: mi primer día de clases en la universidad, un gran acontecimiento, se supone. Puse mi despertador cinco horas antes, con repeticiones cada media hora, y justamente esa noche, mi teléfono se descompuso y jamás sonó. Mi padre lo decía, antes de que naciera la familia gozaba de su mejor época económica, pero desde que llegué a este mundo comenzó el declive en el que nos hemos visto inmersos.

Mala suerte, vieja amiga, siempre acompañándome. Créeme, no estoy exagerando, tengo mis razones para pensar esto.

Llego tarde a todos lados, lo supe en mis relaciones sociales, me siento como un extraño; un desadaptado. Nunca tuve amigos, siempre estuve solo. Creo que llegué a este mundo en una época y en un momento que no era el mío, como dije, siempre llego tarde.

Hace un tiempo que te conocí, fuiste como un huracán y arrasaste con todo a tu paso: mis sentimientos y lo que creía, todo lo que consideraba que era mi vida. Cambiaste poco a poco lo que pensaba, ¡por Dios!, incluso llegué a pensar que la vida no era una completa mierda. ¡Qué idiota fui!

El primer día que te vi, me impresionaste completamente, no había visto algo más perfecto en el mundo, no podía ni verte a los ojos. Poco a poco, con la pequeña porción de coraje que aún me quedaba, me fui acercando a ti, me asombró el que fueras tan amable. Fuiste la primera persona que me trató como a alguien decente.

Traté de dejar en claro mis intenciones, me dolió tanto que me rechazaras, pensé que lo había arruinado todo, pero estabas de nuevo tú, tan amable y consideraba, que me dejaste quedarme a tu lado, aunque no era de la manera que yo quería. Nuestra amistad floreció, obtuvimos grandes experiencias juntos, supiste sobre mis traumas, las cadenas que me ataban, y, aun así, no te alejaste de mí. Eras mi única amiga.

Esa fatídica tarde en la que conocí a tu novio, mi corazón se rompió. ¿Cómo era posible que un alma tan pura como la tuya, estuviera con alguien como él? Una persona tan grosera, altanera y, sobre todo, iracunda. Observé en silencio cómo llorabas tantas veces por él, cómo tu piel se llenaba de insultos amoratados. Tu hermosa sonrisa desaparecía cada día que pasaba. Trataba de consolarte, pero no me escuchabas, tus problemas eran más ruidosos que las palabras de aliento que trataba de darte.

Anteayer, lucías tan diferente, sonreías como antes, incluso te pusiste ese bonito vestido rojo que decías que te recordaba a tu difunta madre. Me llamaste para que saliera contigo al parque de diversiones, cosa que me extrañó porque hacía mucho que no salíamos juntos. Nos divertimos como nunca, creo que, sin mentir, fue el mejor día de mi vida. Cuando llegó la hora de despedirnos, y cuando me besaste, creo que me quedé pasmado por una eternidad pensando que todo había valido la pena para llegar a ese momento. Te llevé a tu casa y te despediste de mí llena de lágrimas, no me quisiste decir por qué llorabas, me agradeciste el haber pasado el día contigo y entraste sin decir nada más. Dejé mi corazón y mis pensamientos contigo desde esa noche, y jamás regresaron.

Ayer no hubo rastro de ti, pensé que te estabas tomando un respiro de todo lo que te había pasado. Aunque debo aceptar que me atormenté porque pensé algo había hecho mal. ¡¿Por qué mierda no te fui a buscar?! Todo el día me la pasé preguntando en dónde estabas, pero no hice nada, ¡cuánto me arrepiento de todo!

Hoy mientras camino hacia la salida del camposanto después de tu entierro, me pregunto, ¿y si no te hubiera dejado ir?, ¿y si te hubiera buscado antes? ¿Debí insistir más esa noche? ¿Te hubiera podido detener? Todos los días me atormentarán esas ideas, todas las noches mientras cierre los ojos veré tu hermosa sonrisa. ¿Cómo escondiste todos esos sentimientos? ¿Por qué no buscaste apoyo en mí? Sólo me queda lamentarme, sufrir porque perdí a mi única amiga, a la única que amé, la que ilusamente me hacía creer que este mundo no era una completa basura.

Sinceramente, no creo que pueda amar a alguien de nuevo.

Hoy lamentablemente, me doy cuenta de que; el día que te conocí; la tarde en la que te declaré mis sentimientos; cuando me besaste; cuando intenté hablar contigo sobre los problemas que estabas pasando: de nuevo, llegué tarde.

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

Suscríbete

NEWSLTTER