Tú sabes que mi corazón de piedra no puede amar,
triste miseria de vivir,
sin sentir.
Oh, alma desgarradora.
¡Oh, maldita alma mía que de amor no has de saber!
Tú sabes que de mis ojos brotan fuegos de infierno,
abrasadoras llamas que queman tu cuerpo
Triste virgen víctima de mis pensamientos.
Tú sabes que la muerte ronda por mis puertas.
Doncella de tez pálida,
invitada de honor en mis palabras,
protagonista de versos de amor.
Ella: mi bien amada.
Tú sabes que de mi alma brotan lágrimas,
bendita tu piedad de mujer santa.
Bebo de tus muslos desnudos el vino que cura mi alma.
¡Oh! Tú sabes que de amar no ha de saber mi alma,
más te entregas frágil,
bella,
amoroso tu canto que despierta estos mis ojos que queman.
Tú que amas este mi cuerpo inerte,
e intentas con tus besos recuperar los recuerdos
que te arrebata la muerte,
¡oh, amor mío, salva del abismo
mi alma!
Tú qué sabes que puedo amar,
y has sentido el cálido abrazo de mi amor intenso,
susúrrale al silencio mi nombre
devuelve con un verso lo que alguna vez robaste.
Tú qué sabes
que mi corazón de piedra no puede amar,
y aun así te entregas dulce y frágil.
Debes saber que de esta, mi alma maldita,
obtendrás,
¡oh, amor mío,
bella poesía!
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.