[Introducción]
Desde hace algunos años, el diseño gráfico ha adquirido una enorme importancia en el mundo. Su relevancia ha radicado, primordialmente, en que las dinámicas que ahora tenemos están estrechamente ligadas con lo visual, con las apariencias, con fachadas que esconden detrás suyo una esencia, porque es lo que vemos primero: una cuenta en Instagram, una Imagen, un algo. Nos enamoramos, por ejemplo, de una imagen. Nos gusta alguien porque es guapo, porque viste bien, porque se ve inteligente. Siempre nos enamoramos antes de siquiera conocer la sustancia de una persona, en ese caso. Y del mismo modo nos pasa con el diseño gráfico, o con las cosas que los diseñadores hacemos: las imágenes, sobre todo.
El diseño [como concepto general] ha adquirido una enorme importancia, también, porque ahora se ha pluralizado y diversificado. Hay cada vez más escuelas de diseño, aunque no necesariamente más diseñadores. El diseño se ha vuelto común en nuestro entorno. Ya todos tienen ligeros atisbos de lo que puede hacer el Photoshop o el Illustrator. Cualquiera reconoce ahora que necesita de un buen diseño para lanzar su marca, por decir algo, para vender un producto, para iniciar una campaña, entre otras cosas. Lo malo es que no nos hemos dado cuenta que ese mundo [capitalista] nos ha corrompido. Y también a los diseñadores [a muchos de nosotros]. En muchas ocasiones, los diseños que hacemos son superfluos, vacíos, carecen de contenido; no obstante, es el formato en que se exponen el que los válida, los hace parecer innovadores, sensatos. A veces creemos que por saber utilizar programas realmente somos diseñadores. Y como diseñadores, tenemos una cultura visual escaza. Y si a eso le sumamos que mentimos con una serie de aparatos que, enunciando, ni siquiera hemos comprendido, pero que igual son convincentes. ¿Cómo nos deja eso?
[Cuerpo]
Bien. Realicemos un ejercicio. Imaginemos que por un momento somos diseñadores gráficos y que una banda nos ha contratado para hacer la portada de su primer EP.
Se trata de una banda pequeña, quizás local, pero con muchas expectativas. A decir verdad, aún no hemos escuchado alguna de sus rolas. En nuestra entrevista con ellos, y por nuestra poca experiencia en torno a la sustancia de las cosas, sólo hemos preguntado sobre sus gustos o el clásico: «¿cómo les gustaría la portada?». Realmente no sabemos algo del grupo. Por lo menos no algo tan concreto: sólo atisbos. Pero, da igual, comenzamos con el trabajo y ponemos manos a la obra. Eso nunca ha sido impedimento.
Naturalmente, hemos pasado toda la semana vagando en qué hacer, sin llegar a algo. Por fin, o por accidente, hemos escuchado una de sus canciones, sin comprenderla del todo. Y luego de unos días por fin nos hemos puesto a trabajar, mirando ejemplos en Pinterest o en Bëhance, entre otros tantos turbios lugares, dónde hay portadas que nos fascinan como diseñadores. Sin embargo, seguimos confundidos. Lo sabes. Lo sé. Hay que entregar el trabajo y el tiempo es corto. Si. Es una oportunidad inmejorable, terminamos diciendo para convencernos.
Así que, bueno, es de noche, y seguimos sin saber cómo configurar la portada para la banda. Pero, ya tenemos Photoshop abierto. Nosotros somos de esos diseñadores ávidos, de los que no necesitan libreta ni lápiz, que ni siquiera necesitan elaborar una investigación previa. Todo lo hacemos sucede en el ordenador, dejamos que fluya la inspiración y el carácter.
Entonces, sin menor preámbulo, damos nuestro primer paso: creamos un archivo nuevo; formato cuadrado; fondo transparente. [Imagen 1]. ¡Que empiece el desastre!
Acto seguido, colocamos una de las fotografías que hemos tomado en la semana. [Imagen 2]. No es una muy importante. Podría ser cualquiera. Pero, hemos elegido esa. Quizás sea la más conveniente, pues, porque así fluye el proceso creativo, claro.
Has
pensado ya un rato. Yo también. Mejor en blanco y negro. [Imagen 3]. Si.
Después de unos minutos, hemos actuado por inercia. Un par de comandos en Photoshop: añadir ruido. [Imagen 4]. Para que pueda verse más natural, decimos.
Un pequeño ajuste de iluminación y luego el título del EP que la banda nos permitió proponer. Un título fantástico, en inglés, por supuesto. Que importa que la banda sólo cante canciones en español. La que escuchamos creo que sólo era instrumental. [Imagen 5].
Ahora, a hacer pequeña la imagen [Imagen 6]. Ambos lo sabemos… para que el margen ayude a distinguirla. Dotar de esa esencia artística, unitaria, casi leve.
But, mejor con fondo negro [Imagen 7]. Más trend. Más poético, decimos para nuestros adentros. En realidad, no sabemos porque se le dice así, pero lo hemos escuchado de otros diseñadores. Así que… si: fondo negro, espacio poético; que la imagen hable por sí misma.
Ahora es momento de que el tiempo difumine algunas cosas. Es una tarea sencilla, de facto. Sólo buscar filtro vintage para Photoshop en Google y colocarla. [Imagen 8]. No importa que el título no esté bien encuadrado. O que ni siquiera signifique algo concreto. No importa que la fotografía sea una foto cualquiera. ¿Ya viste como se ve con el filtro? Ufff.
Esperamos, debemos aún ponerle sombras. [Imagen 9]. Para dar volumen, por supuesto. No puede quedar una imagen tan plana.
Y luego una envoltura de plástico. [Imagen 10]. No puede faltar. Sucede que el plástico ayuda a aterrizar el concepto de la fotografía. ¿Sí? Y además sirve como potencializador visual, pues ayuda a entender la composición ya con todos sus elementos. Es así como se vería cuando lo compras, ya en la tienda. Ese es el discurso que hemos preparado para presentarle la portada a la banda. [La palabra correcta es: potenciador].
¡Oh! Casi lo olvidamos. No hemos colocado el holograma de original en la composición. Sabemos que debemos ponerlo. Por fin lo colocamos. [Imagen 11]. Se siente un alivio enorme. Ahora tenemos tiempo de descansar un rato. Ya es de madrugada, y quizás un cigarrillo podría ser de utilidad para calmar el estrés creativo.
Pero, antes, otra corrección de iluminación. Muy pequeña. ¿Habías visto ya que la imagen resultaba muy gris y había que equilibrarla? Un buen trabajo es un buen trabajo. [Imagen 12].
Ahora sí, el cigarrillo. Y la frase out now, para el promocional. [Imagen 13].
Y el logotipo de la banda. [Imagen 14]. Por poco lo hemos pasado de largo.
La imagen ya nos convence. Sin embargo, tenemos aún ligeras dudas. Piensas que colocarle otro elemento a la composición podría, aún más, dotar de carácter a la imagen y enfocarla. Lo hacemos con una frase repetida en los márgenes. Nos encanta eso: enfocar la imagen con otros elementos. Pero, con opacidades leves. [Imagen 15]. Tampoco es tu intención abrumar al espectador. No sabes porque te encanta, pero lo has hecho toda la vida.
Ya está completa la portada. Sólo falta hacer el mockup de Instagram. Es más, ese un capricho nuestro. Pero, puede ayudarle a la banda para entender lo que estamos proponiendo. Sólo haremos un ejemplo burdo, para dar la idea. [Imagen 16]. Y ya que está todo, podemos irnos a dormir tranquilos. ¿Cuánto nos llevamos en esto? No fue tan tardado como creíamos. Y hay diseñadores que se tardan semanas en armar una portada. Imagínate.
[Conclusión]
Perfecto. Ahora, para aterrizar lo que exponía al comienzo, quizás sería bueno que comparásemos dos de las imágenes. La imagen final resulta impresionante, por ejemplo. Es digna de colocar en nuestro perfil de Bëhance o en nuestro book, pero, ¿es realmente un buen diseño? Si hemos advertido bien, la Imagen no comunica realmente algo concreto, surge de una ocurrencia. El título está mal encuadrado. Y la composición en si carece de sustancia. No sabemos realmente cual era el objetivo del EP o que buscaba. Lo que sí sabemos es que el diseño carece de concepto [más allá de lo gráfico], no está basado en un propósito sustancial.
Si miramos bien la imagen final, resulta increíble. Y, sin embargo, llena de adornos. Si quitásemos todos aquellos elementos que distraen: la envoltura, los stickers, los hologramas, el enfoque, el margen, las frases, la marca; y viéramos la portada como un todo [igual a la Imagen 05], la composición cambia, devela su carencia de sentido. Claro, como diseñadores aludimos a que ello responde a un cuantioso análisis gráfico, formal, y no sé que tantos análisis ahora estén de moda.
No es mi
intención minimizar el impacto de la fotografía, en este caso, porque
naturalmente comunica cosas. Mi intención es exponerles que los procesos y
productos que la mayoría de diseñadores hacemos son superfluos. Se pueden ver
bien, si, impresionantes como en la imagen final. No obstante, mentirosos. Y
aún peor, movidos por una inercia mercadotécnica. El diseño que hicimos se
válida por los adornos, pero sobre todo por su estructura: diseñada para
vender. ¿Se dan cuenta? En ningún momento la portada fue un instrumento para
comunicar una historia o un escaparate para narrar una idea. La estructura con
que se expuso la portada fue siempre orientada hacia las apariencias, al
pastiche.
Por eso
creo que vivimos corrompidos. Diseñamos, compramos y consumimos este tipo de
cosas, sin darnos cuenta. Y esto, aunque en el corazón me duela, no se aproxima
al diseño. Lo que quiere decir que saber poner adornos no nos hace,
necesariamente, diseñadores gráficos.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.