El mundo es una antología de sucesos
y yo, tantas veces presente,
con los ojos bien abiertos
me remito al estado más prescindible de la tangibilidad:
aquel que solo observa.
Yo, que he estado al lado de las libretas
que guardan canciones,
yo, que he figurado las riñas más violentas
y nunca he sangrado,
yo, que he estado en los mejores públicos,
yo, que tengo un par de talentos,
reconozco que no doy más pasos de los debidos.
Yo, que he visto al amor de mi vida
hacer historia con otros,
yo, que nunca he robado flores del jardín,
yo, que estoy herido por nunca atreverme,
herido por no tener heridas,
me declaro cobarde.
Los espectadores somos cobardes.
Los amadores lloran,
los muertos callan
y yo, espectador,
me conservo abstraído,
me ausento
y me conformo.
Yo, espectador,
especto y espero,
presente ante todos,
todo.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.