Gerardo Buendía.
Educación arquitectónica. 2021. Collage.

Cornisa, balaustre, arquitrabe, obelisco, parteaguas, almena, dintel, bolardo, dórico…

¿Que está fallando en la difusión arquitectónica como para que la arquitectura siga siendo para arquitectos? ¿Por qué el gremio sólo habla y vive ensimismado pensando en sus intrincadas teorías que sólo ellos entienden y rara vez transmiten de manera comprensible al público? Cuando menos lo esperamos, ya hay una obra de proporciones inimaginables que «cambiará el curso de la arquitectura y los cánones clásicos» con singular rebeldía, basados en una explicación que casi podría causar dolor de cabeza a un ciudadano promedio desde las primeras dos páginas.

Entonces, viene el gran edificio con toda su vanguardia y elementos extraños. Y se presta a las malas interpretaciones, a las burlas, a los malos entendidos, a las comparaciones con lo que cada uno conoce. Es entonces que hacen falta grandes explicaciones y toneladas de contexto para que una persona —puede que incluso así no resulte— entienda qué tiene frente a sus ojos realmente, arquitectónicamente hablando.

¿El ignorante es el público que desconoce la información que bien podría investigar sin problema alguno, —¿problema alguno?—, o es el creador, Dios todopoderoso arquitecto, quien ignora la forma correcta de transmitir su idea?

Es así que la arquitectura parece casi una obra de arte abstracta: hace falta conocimiento especializado para entender lo que está detrás y la pintura ya no sólo es la pintura, también es todo lo que se encontró detrás de su creación y la historia que lo llevó hasta ese momento, pero, para conocer todo ese que está detrás hace falta ser parte de un gremio casi exclusivo, casi elitista, porque la información no se encuentra en todos lados ni en todos los lugares.

¿Qué de público tiene la obra pública entonces? La arquitectura se hizo para que todo tipo de personas puedan habitarla, y sin embargo no todos pueden entenderla de la misma forma. ¿Es acaso que, el hecho de que se preste a miles de interpretaciones lo debería dejar por siempre libre de un entendimiento más sólido para cualquier público, sin importar su nivel de educación, habla o procedencia?

Viviendo, respirando y consumiendo arquitectura cada persona en su día a día, todos lo que habitan una casa consumen arquitectura si o si, por más mínima que sea. ¿Por qué a pesar de esto no entienden los términos y nombres adecuado para cada elemento que conforma el lugar en que viven?

¿Hace falta sacrificar información sólida por datos más nobles de fácil entendimiento para una mayor transmisión?

Cuantas veces hemos acudido a un doctor buscando alivio para el cuerpo, dándonos cuenta que quizá este especialista conoce mejor nuestro cuerpo que nosotros mismos. Y no es que lo conozca de toda la vida, pero es cierto que cuenta con la información necesaria en el campo de estudio para detectar los problemas que nos aquejan, y esto conlleva el saber hacer las pruebas adecuadas, una capacidad impresionante de memoria y observación combinadas con alta tecnología y los utensilios necesarios. Así podemos comparar una edificación con el cuerpo humano, y los especialistas, cansados de ver persona tras persona con la información incorrecta que circula por aquí y por allá, a veces con aire de superioridad o con extrema frustración, pero sin una solución en mano para este problema de comunicación y entendimiento de la información, que pareciera que nos concierne a todos, con todo y sus terminologías extrañas y postulados que sólo ellos entienden.

Cuidado en confundir la cantidad con la calidad. Si bien, los alcances de la transmisión de información han crecido a niveles insospechados, eso no significa que haya un mayor entendimiento de la información que se comparte de forma directamente proporcional.

 

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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