Carolina Navarrete.
Sin título. 2020. Fotografía digital.

Me rindo, corazón; te hago libre.
Libre y querida, quizás efímera.
[Indivisible].
Eres [luz, ausencia, idea],
te sumerges
en ti misma;
bailan las sombras [de la tormenta].

Mientras tanto, oscuro                el claustro de tus ocasos [dentro de mi].
[Inevitable].
[Arde] la llama líquida de la memoria.

Se ahoga el paisaje.

Esta ciudad de caminos [frágiles]
dónde, sin querer, un día fuimos [la luna y el sol].

Tanto más [se desvanecen].

Pensé que sería real [la promesa].

Pensé que sería cierto [el sueño].

¿A dónde fueron a dar nuestros ecos, nuestras voces?
Extraño el calor de tus vacíos, [quebradas cuencas].

Como laberintos que abrazan el caos desde la ausencia.

Ubicuo cariño.
Tierno oleaje.
Se resiste.
Me resisto.

Suena la alarma [entre el incendio],
pero ya es muy tarde para decirnos algo.

[Es hora de irse].

(Y ya es de noche en este viejo pasaje.

Se oxidan las hojas.

Sólo escucho los ruidos de mi cabeza:
[tropel de imágenes automáticas]
sobre ruinas pintadas
donde las fotos sueñan
con deshacerse).

Pero, era feliz, sé que lo sabes.
Sobre las nubes compuse una nota.

Es el final.
Me rindo, corazón. [Me despido]. 

Te hago libre [para que puedas volar] sin decir adiós.

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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