Me rindo, corazón; te hago libre.
Libre y querida, quizás efímera.
[Indivisible].
Eres [luz, ausencia, idea],
te sumerges
en ti misma;
bailan las sombras [de la tormenta].
Mientras tanto, oscuro el claustro de tus ocasos [dentro de mi].
[Inevitable].
[Arde] la llama líquida de la memoria.
Se ahoga el paisaje.
Esta ciudad de caminos [frágiles]
dónde, sin querer, un día fuimos [la luna y el sol].
Tanto más [se desvanecen].
Pensé que sería real [la promesa].
Pensé que sería cierto [el sueño].
¿A dónde fueron a dar nuestros ecos, nuestras voces?
Extraño el calor de tus vacíos, [quebradas cuencas].
Como laberintos que abrazan el caos desde la ausencia.
Ubicuo cariño.
Tierno oleaje.
Se resiste.
Me resisto.
Suena la alarma [entre el incendio],
pero ya es muy tarde para decirnos algo.
[Es hora de irse].
(Y ya es de noche en este viejo pasaje.
Se oxidan las hojas.
Sólo escucho los ruidos de mi cabeza:
[tropel de imágenes automáticas]
sobre ruinas pintadas
donde las fotos sueñan
con deshacerse).
Pero, era feliz, sé que lo sabes.
Sobre las nubes compuse una nota.
Es el final.
Me rindo, corazón. [Me despido].
Te hago libre [para que puedas volar] sin decir adiós.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.