Qué abstractas son las playlist,
que recobran su sentido en el sinsentido de su justificación,
que reconfiguran el paisaje
con su invisible arquitectura.
Qué abstractas son las canciones agrupadas que resignifican la premura
de lo ordinario, de lo rutinario, de la caída,
del olvido, o de la ternura,
cuando,
aun siendo identidad de ruptura
y de encanto, por ejemplo,
se muestran despersonalizadas un momento, desposeídas de su origen,
volcadas
a transmutar las luchas para las que fueron hechas,
para ser por un instante escenario de otro amor;
fugacidad palpable, aprender a cruzar el camino
desde su aroma a primera vez.
(A veces fantasmales, por supuesto, a veces diario, a veces documental de tragedias,
a veces marcos del lenguaje
donde la palabra se rehúye.
A veces desaire contenido. A veces, horizonte humeante.
A veces preludio, a veces epitafio, a veces llanto, a veces la promesa de volver.
A veces, simplemente, vagabundo deseo.
A veces copia de seguridad).
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.