Ojalá un día en tu vejez mires en retrospectiva
las veces que nos condenamos
por intentar estar despiertos                    toda la madrugada.

Ojalá en ese instante recuerdes, sin herirte,
el nombre que pronunciamos                   para reconocernos en el camino
aún con las espinas que deambulan a contracorriente
(sujetándose del equipaje).

Ojalá me pienses tanto
que por un momento mi voz toque tus labios,
y una risa invada tus adentros,
y corra una lágrima cristalina por tu aura
para que sepas que quiero llorar también          y hacerlo contigo
aunque la muerte me deshaga
al ofrendarte mi trayecto. 

Ojalá adivines el futuro.
Cómo si te vieras al espejo un día cualquiera.
Que te resulte fácil imaginar el aquí y el ahora
de haber seguido capturando monstruos
entre precipicios
(contorneados por concreto fresco).

Ojalá entonces te sumerjas, te dejes caer,
y percibas mi amor                        flotando
sobre la tempestad del tiempo taciturno.
Te susurraré suavemente.
Cómo aquellos domingos
que quise                            durarán para siempre. 

No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.

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