Pensar es hablar en voz alta,
es mirarse en el otro,
es ser común,
ser ajeno;
es observar el mundo con nostalgia
mientras duda uno de su presencia.
Pensar es olvidar,
reconocerse,
representarse,
es cerrar los ojos,
abrir los brazos,
componer el eco,
nadar en el escorzo
y en la reciprocidad de ningún territorio;
pensar es amar,
es ser plural,
es convocar el encuentro,
es erosionar las fronteras,
construir marcos,
traducir las trincheras;
pensar es admirar las flores
en cuya levedad se ocultan nuestros miedos;
pensar es dialogar con la ausencia,
caminar descalzos,
volar de pronto,
detenerse,
retratarse.
Correr luego.
Pensar es dibujar, poblar,
reír, llorar,
recomponerse.
Pensar es escribir,
descomponer y descomponerse;
pensar es crujir,
es coexistir en el lenguaje;
es mezcolanza de sueño y cielo;
pensar es accidente,
palabra ciega y simple,
corazón frío,
llama y piedra,
huerto de hule
dónde las sombras se refugian.
Pensar es encontrarse al dividirse,
es perderse en el espejo.
Pensar es dilucidar lo perpetuo
pero también quebrarse con lo instantáneo.
Pensar es aprender,
es ser lugar y puerta.
Pensar es ver lo pasado,
es vivir en cámara lenta,
retroalimentar lo incierto.
Pensar es mirar atrás,
es compromiso.
Pensar es descubrirse universal,
es compartir la levedad
dentro de una universalidad que ni siquiera es nuestra.
No sé para que publico, de todas formas no ves mis indirectas.