
Después de la tormenta sólo quedan los charcos
Gabriel Amador. Metro. s/f. Fotografía digital. La tormenta nos sorprendió de pronto, ni tiempo de correr a refugiarnos, ni de buscar el abrigo de una sombrilla que hubiera convertido la tormenta en llovizna. Nos sorprendió mientras nos mirábamos a los ojos contándonos en silencio todas las historias que nos hemos guardado, todas las palabras que nunca nos atrevimos a decir, nadaban en nuestros labios en busca de las gotas que las llevaran a los oídos que saben escuchar a las